A 175 kilómetros de la ciudad de Mendoza, sobre la Ruta Internacional n°7, se encuentra Puente del Inca, una formación natural que sirve de pasaje del Río Cuevas.
Allí existen aguas termales que fluyen a 35° C. En 1925 se construyó el Hotel Puente del Inca que representó para su época un verdadero lujo al que asistían las personalidades más importantes.
Cada una de las habitaciones poseía su propio baño termal.
La grieta de agua se encuentra aún hoy detrás de la amarillenta construcción, que debe su color a la gran cantidad de azufre que recibe.
Luego de sobrevivir a varias amenazas climáticas, que previamente habían dejado inhabilitado el servicio del tren trasandino, el hotel fue destruido por el devastador alud de 1965. Un verdadero milagro fue que la fuerza de la naturaleza no pudo en esa ocasión arrasar la pequeña capilla colonial que aparece en donde provisoriamente se instaló el personal del hotel y los visitantes.
Actualmente el hotel permanece abandonado, pero el lugar no deja de ser meta de los visitantes atraídos por sus colores. Esta curiosidad geomorfológica tiene unos 48 metros de longitud, 28 de ancho y 8 de espesor, y se encuentra suspendido a 27 metros sobre el río. Penden de él una serie de estalactitas, inflorescencias cálcicas y en invierno agujas de hielo.
La formación se produjo por la erosión hídrica del río Las Cuevas que creó un pasaje a través de las morenas (sedimentos por el retroceso de glaciares) depositados en el valle con forma de artesa ("U"). Las aguas minero termales cementaron luego la zona con una carcasa ferruginosa, lo que le otorgó su curiosa forma y un colorido en los tonos del naranja, amarillo y ocre.
La terma que motivó la creación de la mayor parte de esta historia continúa hoy ofreciendo agua a la superficie, aunque su temperatura es menor que a principios de siglo.

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